pib industrialLa decadencia de la industria en los países desarrollados no es una tendencia novedosa o una consecuencia de la crisis. Desde la década de los 70 u 80 del siglo pasado la manufactura pierde progresivamente peso relativo en detrimento del sector servicios (ver gráfico), pero es ahora cuando la industria empieza a estar realmente activa en la agenda política de los países avanzados.

Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón y, también la Unión Europea tienen planes específicos para fortalecer su manufactura y activar su potencial como motor del desarrollo sostenible y creación de empleo (ver este artículoen The Economist). En su principal documento de política industrial, “A Stronger European Industry for Growth and Economic Recovery” Europa se marca como objetivo su “reindustrialización” que define en base a que la industria coja un nuevo ímpetu y llegue a alcanzar en 2020 el 20% del PIB, revertiendo la tendencia y recuperando los niveles previos a la situación de crisis económica. En este ámbito, como en otros, Europa ha optado por establecer un objetivo numérico muy ambicioso que, si bien será difícil de alcanzar, marca una clara prioridad que debe trascender de modo transversal al conjunto de políticas de la Unión (Mercado Único, Competencia, I+D e innovación, principalmente) y también a los de las políticas nacionales que tienen en sus manos las principales competencias en este ámbito.

 

Para Euskadi este es un mensaje muy relevante porque a pesar de que sigue manteniendo una importante especialización industrial (23% del VAB si cogemos industria y energía), los síntomas de debilidad que experimenta su industria son un aviso urgente de que necesitamos iniciativas estratégicas de calado para aprovechar el potencial y seguir siendo un país industrial (ver aquí); durante la crisis, la producción industrial ha disminuido en términos reales un 13,7% y se han perdido casi 50.000 empleos en el sector (el 20,2% del total de empleos equivalentes a jornada completa).

Resulta evidente que las actividades industriales muy intensivas en mano de obra en el País Vasco siguen una imparable tendencia de deslocalización hacia países y regiones con costes salariales más bajos o hacia la completa desaparición; sobran ejemplos, porque la lista es interminable. Por otro lado, sin embargo, Euskadi sigue contando con un rico tejido de empresas industriales muy competitivas que operan en las principales cadenas de valor globales (material de transporte, energía, maquinaria, alimentación, etc) y que han unido a una aquilatada estructura de costes, multitud de ventajas competitivas relacionadas con la calidad de la gestión, los servicios, la innovación y la tecnología.

Estas empresas nos marcan claramente el camino de la productividad como factor real y efectivo de competitividad. Productividad que viene determinada no tanto por la contención de salarios, sino por la incorporación de una mayor y creciente cualificación del personal y la configuración de un entorno/sistema/eco-sistema (o como le queramos denominar) crecientemente sofisticado y desarrollado de apoyo a la innovación empresarial en el que se unen empresas e instituciones público-privadas que ofrecen servicios e intangibles de muy alto valor añadido a las empresas.

Y este es el camino, no queda otra alternativa que apostar radicalmente por la innovación como vía para activar empresas sostenibles que aportan valor en el mercado y crean empleo. Y da lo mismo el sector de actividad porque todos tienen un gran recorrido de mercado si a lo que ya sabemos hacer, unimos, por un lado, nuevos modelos de empresa más abiertos y participativos capaces de desplegar el potencial real de las personas. Por otro, incorporamos nuevos modelos de negocio innovadores que se centran en la aportación de valor y, finalmente, pero no por ello menos importante, somos capaces de sumar a todo ello el potencial de las nuevas tecnologías emergentes que están revolucionando tanto la forma de fabricar, como la propia funcionalidad de los productos y servicios. Como en otros campos, Europa está marcando una dirección y nosotros tenemos que construir un camino propio y empezar a recorrerlo sin pérdida de tiempo.